DIMENSIÓN ESPIRITUAL
Esta hace referencia a aquellos aspectos de la vida humana relacionados con experiencias que trascienden los fenómenos sensoriales, es decir, que van más allá de lo físico, más allá de la percepción de los sentidos, es algo intangible, algo que no podemos ver, es esa energía interior que nos dirige la vida; esto queda plasmado en una frase , “Cierra los ojos y verás”.
Todos los niños y niñas tienen una espiritualidad inherente que debe considerarse en una aproximación hacia sus necesidades del desarrollo, y en la búsqueda de su felicidad en el contexto de:
Sentido de la vida.
Amor por los demás.
Creencia en un ser superior, independientemente del credo religioso.
Sentido de la belleza y asombro con la naturaleza.
Promoción de la esperanza.
Una pregunta obligada es: ¿se debe ser religioso para adquirir espiritualidad? Se ha concluido que, aunque la espiritualidad se relaciona frecuentemente con la religión y la moral, puede darse perfectamente tanto en el creyente fervoroso como en quien no lo es; la espiritualidad no es exclusiva de nadie, está al margen de las ideologías, sean estas religiosas o materialistas. Es así como la espiritualidad se mueve más en la dimensión de las vivencias y no de las creencias ideológicas; es un concepto universal, trascendente, no es exclusiva de nadie, es lo que tienen en común personalidades como el Dalai Lama en la cultura oriental y el papa Benedicto XVI en nuestra cultura occidental; a diferencia de la espiritualidad, la religión es una experiencia humana condicionada a dogmas, ritos y códigos morales.
Espiritualidad y niñez
La opción de educar espiritualmente a un niño o una niña es una tarea fascinante para los padres y los demás puericultores, y, aunque no existen fórmulas universales para el cultivo espiritual, hay algunas orientaciones reflexivas que pueden ayudar mucho en este empeño.
El espíritu de un niño es espontáneo y único.
Con su inocencia, los niños pueden recordarnos una espiritualidad que es sencilla y muy original, y con su bondad, nos evocan creencias y valores esenciales.
Algunas actitudes parentales que pueden promover la espiritualidad en los niños en concepto de David Heller, un experto en esta temática, son:
Crear confianza y seguridad en el hijo. Esto se logra a través del afecto, el amor y una comunicación estrecha de los padres con los hijos. Según Erik Erikson, la etapa de confianza versus desconfianza constituye, al igual que la autoestima, un ele- mento fundamental para el logro de las demás etapas del desarrollo. Al hablar de espiritualidad, hablamos también de fe, y esta se convierte en una confianza en lo que no se puede ver pero sí creer; de hecho la con- fianza es el cimiento sobre el cual la persona se sostiene en lo espiritual, lo que le permite afrontar con ente- reza las dificultades comunes en el discurrir de la existencia humana.
Cultivo creciente de la libertad. Cualidad característica de un hogar espiritual que les garantice al niño y la niña, libres de inhibiciones, expresar ideas, hacer preguntas y manifestar dudas acerca de cuestiones espirituales. Como padres de familia debemos encontrar la justa medida para el cultivo creciente de la libertad con los hijos. El reto grande está en tratar de no reprimir al hijo pero tampoco permitirle que vague sin ninguna orientación, todo ello en una relación caracterizada por el diálogo y el respeto mutuo. Nunca se insistirá lo suficiente en que la clave para educar espiritualmente a los hijos está en que los padres sean sensibles a los matices de la personalidad de estos y a sus necesidades individuales.
Demostrar interés en la vida de los hijos. Esto significa que para crear un clima espiritual los padres deben dedicar tiempo y convertirse en oyentes auténticos, donde el niño sea tenido en cuenta como interlocutor válido, de acuerdo con la etapa de desarrollo en que se encuentre; este debe sentirse importante para sus padres y las personas que lo rodean, generándose así un buen nivel de autoestima, principal meta de su desarrollo.
Fomento y promoción de valores. Como camino hacia el crecimiento como persona, su adquisición se da dentro de un proceso escalonado, dependiendo de la edad, la motivación y la familia; los niños van interiorizando los valores a través de ejemplos, acciones y actitudes, más que en las solas palabras de sus padres, maestros y otros adultos significativos.
Otros influjos.
Los amigos. De por sí los niños son seres sociales y, por lo tanto, cultivan su espiritualidad a través de la interacción y las vivencias con los demás compañeros y con los adultos.
Los maestros. Juegan un papel muy importante como personas significativas, pues son un complemento del acompañamiento de los padres en el descubrimiento del propio ser por parte de los niños.
Los medios masivos de comunicación social. Prensa, revistas, radio y televisión divulgan con mayor o menor acierto distintos tipos de espiritualidad y cultos religiosos, que, cualquiera que sea su orientación, se relacionan con la intención de darle un sentido a la vida.
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